El avance de la civilización
debería suponer el retroceso de la violencia. Lo civil frente a lo militar,
como un funicular donde uno sube lo que baja el otro. Pero lo sucedido en el siglo XX no abona esa idea de que la humanidad se aleja de las guerras y los conflictos. Recordemos los nombres de Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, o los conflictos en Rwanda y en los Balcanes… para comprobar el alcance de los genocidios que se produjeron en el siglo pasado.
Steven Pinker |
Sin embargo, esa percepción de vivir pegados a la violencia, que se
mantiene en la actualidad con conflictos como los de Afganistán o Irak, los refuta el
investigador y científico Steven Pinker en la obra “Los ángeles
que llevamos dentro”, donde desarrolla la idea de que estamos viviendo
la etapa menos violenta en la historia de la humanidad. Con ese motivo, en El País le hicieron una intensa entrevista sobre la tesis que defiende en su obra.
Una de las razones que expone en
su análisis es que una serie de generaciones anteriores ha vivido dominada por
la amenaza de la violencia, incluso horrorizada por sus efectos, lo que les
obligó a buscar y tejer límites para evitarla. Resultado de este y otros
factores que analiza Pinker es que nunca como ahora tuvo el ser humano menos
posibilidades de sufrir una muerte violenta.
Pinker destaca una serie de
transiciones que nos han ido alejando de la violencia. La última, la más
reciente, la sitúa en 1989 al finalizar la Guerra Fría : desde esta fecha “han
disminuido en todo el mundo los conflictos organizados de toda clase: guerras
civiles, genocidios, represión a cargo de gobiernos autocráticos y atentados
terroristas”.
El título de la obra se debe a
que si bien en la naturaleza humana hay determinadas facultades que pueden
predisponer a la crueldad, también existen otras que predisponen a la concordia
y a la paz. De hecho, Pinker rebate a Hobbes, autor de la lapidaria frase: “El
hombre es un lobo para el hombre”.
Steven Pinker cree que “En vez
de preguntar ‘¿Por qué están en guerra?’ deberíamos preguntarnos ‘¿Por qué hay
paz?’. Podemos obsesionarnos no solo con lo que hemos estado haciendo mal sino
también con lo que hemos estado haciendo bien. Porque hemos estado haciendo
algo bien y sería bueno saber exactamente qué es”.
Esa es la pregunta que queda en
el aire.