Los jóvenes españoles padecen un
trastorno mental acusado. En algunas cosas –especialmente en temas sexuales y
de relación- muestran una suficiente madurez, mientras que en otras se ven
incapaces de obrar con una mínima autonomía. Es lo que piensa el Gobierno
cuando mantiene en vigor una legislación que permite:
- Mantener relaciones sexuales a los 13
años.
- Casarse a los 14.
- Realizar un testamento a los 14.
- Abortar a los 16.
- Someterse a los 16 años a una operación
de cirugía estética (pero no ponerse un piercing o un tatuaje).
- Comprar fármacos sin receta a los 16.
- Trabajar a los 16 años (pero no abrir una
cuenta bancaria).
Pero hasta que no cumplan los
18 años no podrán acudir a una corrida de toros, ni comprar tabaco o alcohol,
ni acudir a un bingo, ni votar.
Es muy sugerente este asunto, porque
se trata de una legislación que pretende proteger al menor. Y a lo que parece,
es más peligroso dejarle entrar al bingo que abortar. La cosa permite varias
comparaciones, a cuál más grotesca, claro.
Y luego está la manipulación del término "menor", manipulación en que buena parte de los medios se ha hecho especialista. Por ejemplo, si quieren agravar una noticia dirán: "Fallece una menor en un concierto". Y a veces es como un escupitajo que se lanza contra el causante. ¡Qué abyección, una menor en un concierto!. Aunque resulte que esa menor podía estar casada y ser madre de tres hijos.
Y luego está la manipulación del término "menor", manipulación en que buena parte de los medios se ha hecho especialista. Por ejemplo, si quieren agravar una noticia dirán: "Fallece una menor en un concierto". Y a veces es como un escupitajo que se lanza contra el causante. ¡Qué abyección, una menor en un concierto!. Aunque resulte que esa menor podía estar casada y ser madre de tres hijos.
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