Con José Luis Artola “Joxepo”, Presidente de
la DYA, suelo salir ocasionalmente a andar en bici. Compartimos afición,
siempre con BTT, y normalmente hacemos recorridos por la zona comprendida entre
Igueldo y Andatza, una zona que Joxepo
se conoce como la palma de su mano, aunque dudo que tenga controladas éstas
como tiene las pistas y senderos que cruzan su territorio comanche.
Comenzamos a salir con las bicis hace
tiempo, cuando solíamos intercambiar opiniones sobre cualquier asunto
relacionado con la DYA, costumbre que a los dos nos parecía mucho más saludable
que hacerlo en un bar atestado de gente. He de confesar que yo jugaba con doble
ventaja, la de ser Joxepo quien más tenía que hablar y la de ser él también
quien tenía un aspecto más lucido, que es un elegante eufemismo para no decir
que estaba un poco gordito.
En esas condiciones, yo me sentía como
Miguel Indurain comparado con su hermano Prudencio, a qué negarlo. Pero ya
sabemos que la vida es una sucesión de ciclos, y hoy Joxepo ha perdido un
montón de kilos y, como nos vemos todos los martes en la DYA, ya no necesita
comentar tan extensamente los asuntos como antes, por lo que destina el 100% de
su oxígeno a pedalear. De hecho, puede pasar la tira de kilómetros sin
pronunciar palabra y sin meterse una triste barrita energética. Como además se
le ha quedado un rostro anguloso que lo lleva a medio afeitar, tal que una
imagen del Greco, me suelo preguntar si voy con un ciclista o con un cartujo.
No hace falta decir que esa superioridad
física de la que yo hacía gala ha pasado a mejor vida, por mucho que me empeñe
en invitarle a bollería y recordarle lo alegre que era cuando estaba potolo.
Confío, en fin, que este ciclo no se prolongue en exceso y que abandone ese
espartano régimen gastronómico. A ver si es verdad y puedo recitar lo de
Gustavo Adolfo Bécquer: “Volverán las oscuras golondrinas…”.
P.D. Una de las salidas con Joxepo, junto
con Fernando Etxezarreta y Bixen Larrarte. Salida de Usúrbil, subir al Andatza
por Txokoalde, bajar a San Pedro de Aia, llegar a la playa de Orio, subir por
la cuesta al final de la playa (400 metros muy duros con mal piso), después una
“subida técnica” –término que significa pendiente del 20%, piso de barro y
pedruscos y obligación de echarte la bici al hombro y subir a cuatro patas-,
bajar hasta la entrada de la autopista, subir Igueldo y a casa. Una vuelta
parecida a la que dimos una vez Pello Esnaola, Mikel Beristain, Igor
Zabalbeitia y yo, creo.
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