Hubo un tiempo en que el autor de un milagro
era beatificado o santificado, no sé bien. Estas de la Iglesia son unas reglas que
no domino, a qué negarlo. Pero viene a cuento este comentario porque mi disco
duro -el de mi ordenador quiero decir, el mío sufre ya un deterioro
irreversible- está funcionando de nuevo, con toda la información al completo. Y
esto no deja de ser un milagro.
De ahí lo de beatificar a Alvaro Vega, autor
de semejante prodigio. Será una beatificación tecnológica y figurada, porque no
termino de verle al bueno de Alvaro embutido en una túnica y con la mirada perdida.
Eso sí, le reservo sitio en la misma peana en la que figura Steve Jobs. Categoría.
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