La función principal de un periodista es
informar, cosa que requiere la cautela de contrastar la información, esto es, cerciorarse de que aquello que se va a contar es cierto. Luego está el
oficio -su talento para escribir o comunicar-, y luego el criterio, que
consiste en jerarquizar adecuadamente la noticia.
Pero todo se viene abajo si no se ha respetado
la verdad. No importa si ha sido por voluntad o por negligencia, como le ha
ocurrido a “El País” con la falsa fotografía de Chávez entubado.
Hoy, sobre todo hoy, la función de la prensa
solo tiene sentido si es capaz de separarse del formidable volumen de pseudo
información que circula por Internet. Por ello es necesario extremar la
veracidad de las noticias y la fiabilidad de las fuentes. Que el principal
diario español no haya tenido en cuenta este elemental criterio ha supuesto que
haya incurrido en lo que él mismo califica como uno de los mayores errores de
su historia.
Una agencia ofreció la foto a “El País” por
30.000€. Se negoció el precio, que quedó en 15.000€, pese a todas las dudas y
suspicacias que se produjeron entre los directivos del periódico ante la escasa fiabilidad
de la agencia, al mantener esta al autor de la foto en el anonimato. De hecho, "El Mundo" rechazó su publicación. Pese a ello, se
ordenó insertar la foto en portada.
El resto es conocido: a poco de distribuirse
el periódico se confirma que la foto es falsa (procede de un vídeo grabado en 2008 a un enfermo que no es
Chávez). Se ordena abortar la distribución pero un pequeño porcentaje de periódicos
llega a sus destinos, algunos de ellos en Sudamérica. El escándalo está montado
y “El País” debe rehacer su tirada y redistribuirla, lo que supone un coste de
225.000€.
Este error, que ha supuesto un formidable descrédito
para el diario, siembra dudas sobre la profesionalidad de sus responsables. Pero
además crea un interrogante sobre su criterio informativo. No parece razonable pagar semejante importe por una imagen que, sin pie de foto ni crónica adjunta, sirve para muy poco, salvo para alimentar el morbo del lector. Y eso en el supuesto de que la foto no hubiera sido falsa.
El País ya no es lo que era, Javier, mucho antes de publicar esa foto que, me pregunto: ¿qué interés tiene, aparte del morbo?
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