En los últimos días de diciembre del 2012, en plenas Navidades, se
celebró en Lekeitio un partido entre exjugadores de fútbol de la Real Sociedad y del Athletic de
Bilbao. El partido tenía el siguiente lema: “Derechos humanos. Solución. Paz.
Presas y presos vascos a Euskal Herria”.
No todos los presos y presas, conste, como
bien se encargaron de declarar minutos antes del partido: “Se trata de un
partido solidario con los presos de ETA…”. ¡A ver si se iban a colar los
comunes entre la riada!
Sorprende –bueno, no mucho, la verdad- esta
actitud de los exfutbolistas, su manifiesta sensibilidad con los presos de ETA…
y su absoluto y cobarde silencio con las víctimas que estos han producido. Salvo contadísimos casos a título individual, jamás han mostrado de forma colectiva una mínima pizca de solidaridad o de compasión hacia los cientos de
asesinados, extorsionados o amenazados
por el terrorismo. Ni estando en activo ni como exfutbolistas.
Ese cinismo de apelar a los derechos
humanos, conculcados tantas veces y a los que siempre dieron la espalda… Y es que la Navidad ablanda el
corazón, sí, pero solo un poco.
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