La película de Cesc Gay
"Una pistola en cada mano" es una divertida comedia donde, a través
de distintas historias, el director ofrece un retrato de lo que podía ser el
hombre de hoy. Naturalmente, no salimos bien parados. Mucho menos si nos
comparamos con la madurez de las mujeres.
Pero eso no es ninguna sorpresa, es lo mismo que sucede en la vida real. De hecho, la película puede presumir de proyectar unos personajes perfectamente reconocibles en su inmadurez sentimental. Inmadurez que una veces se nos muestra con ternura y otras con inevitable ironía.
Pero eso no es ninguna sorpresa, es lo mismo que sucede en la vida real. De hecho, la película puede presumir de proyectar unos personajes perfectamente reconocibles en su inmadurez sentimental. Inmadurez que una veces se nos muestra con ternura y otras con inevitable ironía.
El film cuenta con un buen guión y está dirigido con
oficio y ritmo, y los episodios que nos va mostrando serán cada uno
una pincelada de ese perfil masculino actual. Si la dirección es notable no lo
es menos la interpretación. Luis Tosar, Ricardo Darín, Eduardo Noriega, Candela
Peña, Leonor Watling, Jordi Mollá y el resto del reparto realizan un trabajo al
que el cine español no nos tiene demasiado acostumbrados.
Ya es sabido, aunque no viene
mal recordarlo, la proverbial incapacidad de los hombres para comunicar sus
sentimientos -dicho esto con los riesgos que comporta hablar de generalidades-,
aspecto que queda reflejado en la película cuando Leonor Watling le pregunta a
Alberto San Juan: "Pero, ¿no habláis los hombres de estas cosas? ¿de qué
habláis entonces?" A lo que San Juan responderá: "Hablamos de cosas
importantes". Así semos, que decía un castizo.
En el primer episodio de la
película, Leonardo Sbaraglia le confiesa a Eduard Fernández que está acudiendo
al psicoterapeuta. Este le contrapone: "Yo hago footing tres veces por
semana...". Sin que se deba interpretar en clave de desdoro hacia los
psicólogos, quede constancia de una más de las innumerables ventajas que ofrece
el atletismo.
La conversación entre Leonor Watling y Alberto San Juan termina con una frase de ella:
ResponderEliminar"- Ah, es que nosotras solo hablamos de nuestras parejas".