Me escribe un amigo, y para encabezar el comentario tomo el
título prestado, nada más, de la tercera novela de Gironella sobre la guerra
civil (antes había publicado “Un millón de muertos” y “Los cipreses creen en
Dios”). Dice lo siguiente:
Aquí no estábamos en guerra pero ahora estamos en paz. Ha
bastado con que quienes mataban dejaran de hacerlo, ya ven que sencillo. Aunque
nos dicen que para que la paz sea completa todos tenemos que dar pasos.
Subrayo: todos, pasos… Y yo, que estoy dispuesto a dar los que haga falta –al
fin y al cabo, ¿qué son unos pasos más para un veterano korrikalari?-, me
pregunto: ¿qué pasos he de dar si nunca disparé, ni secuestré, ni amenacé, ni
coaccioné, ni alenté, ni siquiera disculpé a los que lo hacían? Eso yo, sin
cicatrices en la piel. ¿Y una víctima?
Ellos solos tienen que poner "las armas fuera de uso", según el comunicado del domingo. Son unos maestros manejando eufemismos.
ResponderEliminarNo debemos olvidar. Y el que pueda, perdonar. Y otros reconocer. The Boss
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