Este sería el Nueva York de la geografía urbana, el de Wall
Street, el de los rascacielos, el del MOMA y el de Broadway,
el del Empire y el de las limusinas que circulan esparciendo el vapor que
exhalan las alcantarillas. Pero es la superficie, amigos. En el subconsciente
de la Gran Manzana palpitan la ansiedad y la angustia, la opresión, la
degradación… Federico García Lorca lo (d)escribió en una obra imponente: “Poeta
en Nueva York”. A mí, que me habían
entusiasmado Neruda, Celaya o Miguel Hernández, me deslumbró su poesía.
Dicen que es surrealista. ¡Qué va! Es poesía, es irrepetible. Nueva York es una
ciudad para regresar. “Poeta en Nueva York” es una obra para releer.
Federico García Lorca fue ejecutado en la madrugada del 18 de agosto
de 1936 en
un barranco de Viznar (Granada). Ser poeta, republicano y homosexual era un
exceso para aquella España negra y sórdida. Por fortuna hoy, remedando a Blas
de Otero, nos queda su palabra.
Leonard Cohen interpretó “Pequeño vals vienés”, uno de los
poemas de “Poeta en Nueva York”; los hermanos Paco y Pepe de Lucía hicieron lo
propio con “Asesinato”. y Patxi Andion
con “Oda a Walt Whitman”.
Sería toda una experiencia correr el maratón escuchando alguna de esas canciones.
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