Ha afirmado el
Ministro Montoro, sin alterarse, que la norma que acaba de aprobar el Parlamento
“no es una amnistía fiscal", sino "un gravamen sobre activos que
están ocultos, y cuyo afloramiento será positivo para normalizar la actividad
económica en nuestro país”. Y lo sorprendente es que el primer afloramiento no
lo haya experimentado el propio Ministro, un afloramiento de súbito rubor, de
profundo sonrojo por insultar así nuestra inteligencia.
Los datos que se
manejan sobre el fraude fiscal son alarmantes. Se calcula que algo más de un
23% de la economía de nuestro país se encuentra sumergida, esto es, el doble de
la media europea. Es una cifra que supone una evasión fiscal anual de más de
50.000 millones de euros, de los que más de un 70% corresponde a las grandes
fortunas y a las grandes empresas.
Ante estas
cifras, la previsión del Ministro Montoro de recaudar 2.500 millones de euros denota
una ambición ridícula. Lo que no acabo de entender es porqué ni el PP ni el
PSOE le han hincado el diente al fraude fiscal de una manera más enérgica.
Sobre todo porque la política de atraer al defraudador ofreciéndole caramelos
se ha demostrado profundamente ineficaz. Pero ahí siguen ambos partidos, confiando
en que con buenas palabras el cocodrilo se volverá vegetariano.
Los Técnicos de
Hacienda sostienen, yo creo que con razón además de con conocimiento, que la
forma más efectiva de combatir el fraude fiscal sería mediante el aumento de
plantilla de los Inspectores, cuya cifra proporcional respecto a Europa no
llega a la mitad. Es decir, tenemos el doble de fraude y la mitad de
inspectores. Blanco y en botella.
Pero el fraude
fiscal no solo es una formidable injusticia con todos los contribuyentes, es
también una grieta en el armazón del estado democrático. Los estados que mejor
funcionan, y no me refiero solo al apartado económico, son aquellos donde el
fraude fiscal es mínimo. Piensen en Suecia, Dinamarca o Alemania. En sentido
opuesto, los países con mayor fraude son aquellos cuyo estado acaba siendo
deficitario, cuando no fallido. ¿Exageración? Les recuerdo el podium de los países
defraudadores en Europa: 1º.- Grecia, 2º.- Italia, 3º.- España. ¡Ya es
casualidad!
Que triste es, a los que pagamos impuestos nos los suben, y a los que no los pagan, se los perdonan.... Saludos, Javier, y gracias por tu mención!
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