Yo discrepo radicalmente de esa opinión que
colocó a Assange en el pedestal del periodismo comprometido. Sus filtraciones
acabaron por aburrir hasta a los diarios que las habían acogido con entusiasmo -The Guardian, New York Times, Le Monde y El País-
como si fueran las Tablas de Moisés para el nuevo periodismo y que no pasaron
de ser un remedo de “13 rúe del Percebe”.
Correa y Assange |
El caso es que la fiscalía sueca quiere
interrogar al fundador de Wikileaks por una denuncia en la que se le acusa de
conducta sexual inapropiada. A Assange le han surgido amistades discutibles,
como la del garzón Garzón –que así le denominaba Paco Umbral al ex-juez- y
amistades peligrosas, como la de Correa.
Cuando el Presidente de Ecuador se erigió en
defensor de la libertad de expresión y salió a defenderle, hubo gente que cerró
el periódico para evitar el riesgo de hiperventilar. No es para menos: según
Reporteros sin Fronteras, Ecuador ocupa el dudoso honor de estar en el puesto
104º de la Clasificación Mundial
de la Libertad
de Prensa. Suecia, en el 12º.
Dice esta organización que en Ecuador se
producen: “Incautación de medios de
comunicación, cierre de radios, multas exorbitantes contra ciertos diarios y
acusaciones contra periodistas de oposición”.
Tome nota Assange del viejo dicho: ¡Cuerpo a
tierra que vienen los nuestros!
Algo estamos haciendo mal cuando personajes como éste tienen tanto eco. ¿Qué tal si recordamos aquello de 'dime con quién andas... y te diré quién eres'?
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