El ciclismo es un deporte que está bajo
mínimos, no por sospechoso de consumo de sustancias prohibidas -¡ojalá lo fuera
así!- sino por absoluta certeza. A partir del año 2000, los casos de análisis
positivo de dopaje en el ciclismo español han afectado a bastantes más de 50
ciclistas.
Laurent Jalabert |
Por eso, es conmovedor el esfuerzo que hacen
algunos periodistas para levantar a la peña. Ha bastado que en la reciente
Vuelta a España Alberto Contador se haya escapado a falta de 50 kilómetros de
Fuente De, para que surjan las exclamaciones y los adjetivos: ¡Ooooh! ¡Aaaaah!.
Estamos ante el ciclismo épico, histórico, heroico, como el de los viejos tiempos…
Qué decir, entonces, de Jalabert en el Tour
del 98 cuando se escapó a 180 kms. de la meta. O de Carlos Sastre, en el Tour
del 2010, donde rodó en solitario más de 100 kms. hasta caer rendido a los pies
del Tourmalet. Eso, por hablar de tiempos recientes, sin necesidad de remontarnos
a los tiempos en que el desarrollo para los grandes puertos no pasaba de un
42x21.
Por ese camino, ni el ciclismo ni los
ciclistas van a recuperar credibilidad. Ni tampoco por el de la negación
sistemática. Recuerdo a Astarloza pegando un puñetazo en la mesa y afirmando
que averiguaría "…cueste lo que
cueste de dónde proviene este supuesto resultado positivo". Parece que
sigue sin averiguarlo. Pero él no ha hecho nada distinto a lo de los demás, que
es proclamar su inocencia y asegurar que van a demostrarla… aunque luego no lo
hagan. Pero, y este es el gran problema, si no reconocen lo que han hecho,
¿cómo les vamos a creer que no lo harán de nuevo?
Lo dicho, catarsis colectiva, poner el
contador a cero y que no nos hagan comulgar con filetes de clembuterol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario