Sánchez Gordillo |
Hace ya 25 años, en el verano de 1987, me
desplacé a Marinaleda para hacerle una entrevista a su Alcalde, Juan Manuel Sánchez
Gordillo. La entrevista se publicó en “Ahurka” una pequeña revista que editaba
Euskadiko Ezkerra. Lo que me contó no era diferente a las declaraciones que hoy
efectúa con profusión. Se mantiene intacto en sus convicciones y eso se puede
mirar con cautela o con admiración, depende. Yo lo miro con cierto estupor, claro. ¿Cómo
es posible que lo leído, lo escuchado, lo estudiado, lo aprendido en 25 años no
haya hecho variar un ápice las opiniones de una persona?
Hoy asemejan Marinaleda al nuevo El Dorado, y a Sánchez Gordillo con el buen bandido, con Luis
Candelas o Robin Hood. Y alaban los asaltos a los supermercados considerándolos una justa expropiación. Pero
ni siquiera aciertan en eso: ni es justa ni es expropiación. En esta, el expropiado
debe recibir a cambio una indemnización equivalente al valor del objeto
expropiado. Sería en todo caso una confiscación. ¿Pero a quién le importa estas
menudencias?
Dos cosas indiscutibles: Hay que dudar de
quien ejerce la solidaridad con los bienes ajenos. Y hay que perseguir al que
incumple la ley, mucho más si es un representante público. Si no le gusta la
ley, que trabaje para cambiarla, que para eso se le paga.
Mi difunto abuelo, cuando hablaba de personajes como este Gordillo, los catalogaba como 'comunistas navarros' (ya lo siento, Javier), a quienes adjudicaba una frase que más o menos venía a decir: 'entre los mío y lo que me toque del reparto'. Y desconfío cada vez más de aquellos que tienen un mensaje inmovilista, impermeable a todas las vivencias, propias y ajenas, con las que nos va curtiendo la vida. Yo, hoy, gracias a Dios no soy el mismo (ni mejor, ni peor) que el que era hace 10, 20 ó 30 años.
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