viernes, 2 de noviembre de 2012

Correr hasta la bocana


Es 1 de Noviembre, festividad de Todos los Santos. Los dos grandes colectivos que se ven en la mañana donostiarra son los ciudadanos que van al Cementerio a honrar a sus difuntos, y los cientos de atletas que salen a correr para ultimar su preparación de cara a la inminente Behobia.

De pie: Pepelu, Karmele, Txema y Aitor.
Agachados: Juan Carlos, Rafa, Javier y Gorka
Nosotros somos de los segundos. Nos reunimos junto a la playa de Gros los korrikalaris de la foto. De ellos, Gorka Busto y Pepelu Fonseca quieren hacer el marathon y la Behobia, mientras que Aitor Bellosillo solo esta última. El autor de la foto es nuestro amigo Arkaitz, que se ha presentado con una vetusta bici con la que se ejercita ante la imposibilidad de correr. Nos saca unas fotos y se va a machacar.

Gorka, asentado en su papel de macho alfa del grupo, es el que dirige el trote hacia el Alto de Miracruz. Bajamos hacia Trintxerpe y seguimos hasta San Pedro, disfrutando de la vista de San Juan. Pasamos por el Muguruza y seguimos hasta el final de la bocana del puerto, rodeando el astillero de Ondartxo donde están terminando de remozar la draga Jaizkibel, toda una joya de la construcción naval, que fue botada en 1933 en los Astilleros Euskalduna de Bilbao.

Regresamos, pero nos metemos en Herrera para volver por la antigua vía del tranvía que unía este barrio con Ategorrieta. Pasamos el túnel, seguimos por Intxaurrondo y en Ategorrieta volvemos hacia la Avenida de Navarra para finalizar en la playa de Gros. En el último tramo Aitor Bellosillo acelera y nos pone en fila de a uno.

Gorka, el macho alfa del grupo
Gorka Busto sigue corriendo para acumular kilómetros, mientras los demás nos dedicamos a estirar, salvo Pepelu, que se sienta al sol para recibir sus mágicos beneficios. Ha sido un recorrido de 12 kilómetros muy agradable, distinto de los habituales, en una mañana soleada ideal para correr. 

Hemos disfrutado por la bocana del puerto de un panorama espléndido, sobre todo para Rafa Azurza que nunca se había acercado hasta allí. Eso nos confiesa, mientras realiza unos ejercicios que, más que estiramientos, son puro contorsionismo. Relajados ya los músculos, nos disolvemos y cada mochuelo se va a su olivo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario