viernes, 9 de noviembre de 2012

Diarios de un francotirador


Así se titula el libro de Albert Boadella que acaba de publicar la Editorial Espasa. Rara vez defrauda Boadella. Su desparpajo, su ironía y el humor con que se viste cada día contagian de frescura todas las páginas de este libro.

En realidad, la obra es una suerte de blog de papel, en el que día a día va introduciendo pequeños textos sobre los temas más variopintos: arte, política, Cataluña, corrupción, teatro, toros… Eso sí, siempre precedidos por una entrada en la que cuenta la conversación que ha mantenido en el desayuno con su esposa, una mujer por la que continúa sintiendo  admiración.

Boadella muestra su predilección por dos artistas: Jopep Pla y Salvador Salí y desdeña a Barceló, Miró y Tapies, de cuya obra relata alguna anécdota chirriante. Recuerda también lo que decía Dalí: “Picasso es español, yo también; Picasso es un genio, yo también; Picasso es comunista, yo tampoco”. 

En las páginas, claro, se puede leer y aprender de teatro. No sale tan bien parado el cine, de quien el autor deplora su bajísima calidad y en el que todos tienen su parte de culpa, unos más que otros: “El director trata ante todo de cepillarse a la primera actriz, que por eso está allí y él es el que manda”.

Boadella no rehuye la política, mucho menos los temas tabúes: “La lengua no es un hecho diferencial, porque algo hay que hablar. Solo lo sería si nos comunicáramos silbando, por ejemplo”. Y metidos en la actualidad: “El referéndum es lo propio de las dictaduras. Incluso Franco lo utilizó en varias ocasiones. Es una parodia del sistema democrático, pues este sistema ha elegido unos representantes como especialistas”.

Cuando un medio de comunicación le pidió cinco frases para definir la felicidad a su edad, soltó: “Coleccionar enemigos, no practicar deportes, tender a la castidad, ser ligeramente millonario y no someterse a ninguna ayuda psicológica”. Discutible, sí, sobre todo para los que nos gusta practicar el deporte.

Al hacerse pública la operación Pretoria, esa trama de corrupción catalana en la que se vieron implicados judicialmente los dirigentes del partido de Jordi Pujol, Prenafeta y Maciá Alavedra, Albert Boadella tuvo el detalle de remitirle un telegrama a Prenafeta diciendo: “Enterado problemas judiciales estoy con usted descojonándome de risa”. A lo que el aludido contestó educadamente: “Váyase a la mierda”.  

Bien, pues el libro es como el autor: brillante, sarcástico, corrosivo, incorrecto, provocador… Yo he disfrutado muchísimo leyéndolo.


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