martes, 8 de mayo de 2012

El lejano Kiev (I)


Plaza de la Independencia
Por Kiev circulan tranvías y microbuses amarillos desvencijados. Los edificios del centro de la ciudad muestran en su mayoría el sello de la arquitectura soviética, aunque sin llegar a esperpentos como por ejemplo el de la polaca Nueva Cracovia. En la Plaza de la Independencia está el Centro Comercial Globus, cuyas tiendas de Adidas, Hilfiger o Lagerfeld –y sus precios occidentales- le harán olvidar por un  momento que se encuentra en un pais sumamente deprimido donde los salarios de los funcionarios rondan los 250 € mensuales.

Kiev carece de esa clase media tan común en las ciudades europeas. Debe haber ucranianos muy ricos y, naturalmente, muy pobres. En ningún sitio he visto tantos coches de gama alta: Lexus, Mercedes, BMW’s, Bentley… Y también enormes todo-terreno con las lunas tintadas y con conductores de aspecto inquietante. Junto a ellos ruedan trabajosamente los vetustos Lada –antiguos Seat 124, hoy codiciadas piezas vintage en occidente-.

La tasa de desempleo de Ucrania es una de las más bajas de Europa. Cosa bien distinta es la productividad. En el comercio, otra herencia soviética, trabaja un número inusual y a todas luces excesivo de mujeres. Entras en una tienda vacía y te salen cuatro dependientas. Más el inevitable vigilante. Porque en cada bar, comercio, hotel y restaurante hay por lo menos un vigilante de paisano, pese a que en la ciudad no se perciba mayor grado de inseguridad.

Catedral Santa Sofía
La amabilidad de taxistas y camareros es invernal, bajo mínimos, vamos, como la de las mujeres que vigilan las basílicas o los museos. Las iglesias y catedrales de Kiev con sus cúpulas doradas, especialmente Santa Sofía y Saint Volodymiyr, son bellísimas. Y el complejo “Laura” que acoge un buen número de templos ortodoxos, catacumbas incluidas, de obligada visita.

En la ciudad se ve mucha gente joven. Los hombres, de cazadora negra, vaqueros y zapatos negros, con aspecto de pandilleros. La gente mayor circula abrigada y con cierto desaliño. No así las mujeres. Te cruzas con jóvenes muy guapas, atractivas, muy ceñidas, muchas con minifaldas pese al frío y con unos tacones descomunales. Son llamativos sus ojos claros, aunque también les confieren un aire de frialdad y de distancia. 


2 comentarios:

  1. Muy interesantes todos tus blogs Javier. Los leo con agrado y con cierta envidia sana por tu capacidad para decir tanto en tan poco. Espero que el niño ucraniano esté mejor. Un saludo dede Logroño. Óscar.

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  2. Muchas gracias, Oscar. Veo que no has perdido un gramo de generosidad. El chaval va mejor, crucemos los dedos. Te envío un abrazo.

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