martes, 15 de mayo de 2012

Liberación

Sandor Marai nació en 1900 en Hungría y se suicidó en 1989 en California. Hasta diez años después de su muerte no nos llegó su excepcional obra “El último encuentro”, con la que adquirió una rápida notoriedad. Después, a la vista del éxito obtenido, fueron publicándose “La herencia de Eszter”, “Divorcio en Buda”, “La mujer justa”… hasta la recién editada “Liberación”.

En esta última novela, de apenas 150 páginas, Marai nos ofrece un intensísimo relato de las consecuencias del asedio que ejercen los rusos sobre Budapest en 1945, ciudad ocupada por las tropas nazis. Una joven de nombre Erzsébet protagoniza esta historia dominada por el temor –los nazis húngaros- y la esperanza –la llegada de los rusos-.

Es inevitable recordar “Katyn”, la película de Wajda en recuerdo a los 20.000 oficiales polacos que fueron asesinados por el ejército soviético en el bosque del mismo nombre. Las primeras imágenes del film representan en medio de un puente el trágico encuentro de cientos de personas que vienen huyendo de direcciones opuestas: unos huyen del oeste porque vienen los alemanes; los otros, del este porque llegan los rusos.

En el caso de la novela, los rusos representan la esperanza, la liberación. Pero durante la conversación que mantiene en el refugio con un profesor inválido y escéptico, este le ensombrece su anhelo con una frase de Voltaire que será premonitoria: Solo es feliz quien nada desea.

2 comentarios:

  1. Y no estará muerto quien nada desea?

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  2. Estoy con Gemma.
    Nadie es feliz; pero los buenos momentos, esa felicidad efímera que algunas veces llega, se da precisamente cuando se cumple un deseo, normalmente inmaterial, de modo inesperado.
    Quien nada desea puede que no sufra, pero la felicidad viene al superar el sufrimiento; no viene de la inanición. O eso es lo que creo...

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