Me refiero a los directivos de empresas y
tomo un caso, el del Presidente de Telefónica, César Alierta. Según leo en la web
de la propia compañía, el resultado neto de Telefónica en los últimos años ha
sido el siguiente (en millones de euros):
¡Va por ustedes! |
En 2009: 7.776
En 2010: 10.167
En 2011: 5.403
Es decir, que el año pasado –el 2.011- la compañía
redujo su beneficio prácticamente en un 50%, lo que en cualquier empresa se
habría considerado como una gestión deficiente, desafortunada o calamitosa, dependiendo
de las preferencias lingüísticas.
Por su parte, la cotización de la acción de
Telefónica tuvo la siguiente evolución:
3 de enero de 2011: 17,000 euros/acción
30 diciembre de 2011: 13,385 euros/acción
Lo que significa que el año pasado los
accionistas de la empresa -esto es, sus propietarios-perdieron más de 4,5 euros por cada acción.
En el Convenio Colectivo de la compañía, firmado el 7 de julio de 2011, se incluyó el siguiente texto en las cláusulas económicas: “La disminución de líneas fijas, la caída del tráfico de voz,
la reducción de precios y, en consecuencia, la constante y progresiva disminución de los
ingresos, está poniendo en riesgo la posición competitiva de Telefónica de
España S.A.U. Para intentar mejorar la productividad, es necesario el esfuerzo
de todos los que formamos parte de la Compañía …”. El 24 de julio del mismo año 2011, el Ministerio de Trabajo autorizó a Telefónica un ERE que afectaba a 6.500 trabajadores.
Pues bien, en consonancia con tan brillantes
resultados y solidario con los problemas de la empresa, el Presidente de
Telefónica Sr. Alierta, en concepto de salario básico, acciones, primas en
efectivo y pensión, se embolsó en el año 2.011 la cifra de 10,2 millones de
euros.
No diré más.
Habría que preguntar cuánto se ha embolsado el Consejo de Administración para permitir que el presidente cobre esa astronómica cifra, porque de otra manera no se entiende.
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