Este es el título
de la película de Anne Sewitsky
que estos días se proyecta en las salas donostiarras. Es una historia de dos
parejas que se desarrolla en un universo tan cerrado como puede ser un paraje invernal
de la Noruega
profunda.
No me pregunten
porqué, pero “Siempre feliz” es una historia que a mí me ha encantado. Son
cuatro personas de perfil reconocible, que bien pudieran ser sus vecinos o
ustedes –o yo mismo- los protagonistas. Una bella mujer, hermosa y con cierta
soberbia, un marido inseguro, otra mujer risueña dándolo todo a cambio de
recibir cariño y un hombre, su pareja, sin saber lo que hacer con su ambigüedad
sexual.
La cinta no relata nada nuevo, ¿qué se puede decir de las crisis matrimoniales, de las infidelidades o de las insatisfacciones, que sea original? También muestra la inutilidad de poner kilómetros de por medio para resolver un problema, pues éste se suele empeñar en acompañarnos. Pero la película tiene algo de entrañable, algo que ver con la mujer cuya sonrisa permanente parece empalagosa al principio, hasta que su candor y su ingenuidad acaban por imponerse en la pantalla.
El amor, la
fuerza que todo lo mueve, y el desamor como emoción destructiva. Yo tengo una
intuición -esto es, una opinión no argumentada-, y es que cuando pintan bastos, cuando desaparece la
nube rosa y el amor se cuartea y se convierte en conflicto, la respuesta de la mujer suele tener muchísimos más signos de madurez que la del hombre, a menudo decepcionante. No siempre, claro, como en esta misma película.
Pero véanla, antes de que suba el IVA, y opinen ustedes mismos.
Me ha gustado mucho la crítica. He visto la película y comparto contigo la opinión y la recomendación de verla.
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