martes, 12 de junio de 2012

¡Dios no existe!


Lo contaba Mario Onaindía de un cura que se esforzaba por sacar a los feligreses del sopor de los sermones dominicales. Un día, subió al púlpito y tras un silencio prolongado y una mirada desafiante rugió: “¡Dios no existe!”. Cuando todos los parroquianos se sobresaltaron en el asiento, el cura añadió con voz suave: “… dicen los ateos.” Una vez obtenida la atención del respetable, prosiguió con su perorata dominical para demostrar lo contrario de su primera afirmación.

Es lo que hace a veces la prensa con sus titulares: llamar la atención. Incluso hay novelistas que se fatigan más buscando un título que escribiendo la obra. Yo lo comprendo, claro. Tenemos tanto para leer que solo atendemos a ofertas llamativas. Y luego, las prisas. Y luego, el gusto por el resumen.

En la novela, el autor tiene que atrapar al lector no en el título, pero sí en las primeras líneas. Los 100 días que se dan de tregua a un gobierno, son 100 líneas que se dan a un novelista para que nos retenga (algunos se extienden hasta 30 ó 40 páginas). ¿Quién no queda atrapado en “Cien años de soledad”, en “Lolita” o en “La metamorfosis” tras leer sus comienzos? Fue Vargas Llosa quien declaraba: “¡Qué importante es la primera frase de una novela!”

Conclusión: busque un buen título para un artículo y un buen comienzo para una novela. Luego sí, añada un texto sin menospreciar lo que un sargento me desveló en el servicio militar: “Hay que escribir, Barace, con las tres C: claro, conciso y concreto”. Ya verá, tiene el éxito asegurado.


1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con el consejo. Yo me suelo acordar de Gracián: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".

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