Sandor Marai
nació en 1900 en Hungría y se suicidó en 1989 en California. Hasta diez años
después de su muerte no nos llegó su excepcional obra “El último encuentro”,
con la que adquirió una rápida notoriedad. Después, a la vista del éxito
obtenido, fueron publicándose “La herencia de Eszter”, “Divorcio en Buda”, “La
mujer justa”… hasta la recién editada “Liberación”.
En esta última
novela, de apenas 150 páginas, Marai nos ofrece un intensísimo relato de las
consecuencias del asedio que ejercen los rusos sobre Budapest en 1945, ciudad
ocupada por las tropas nazis. Una joven de nombre Erzsébet protagoniza esta
historia dominada por el temor –los nazis húngaros- y la esperanza –la llegada
de los rusos-.
Es inevitable
recordar “Katyn”, la película de Wajda en recuerdo a los 20.000 oficiales
polacos que fueron asesinados por el ejército soviético en el bosque del mismo
nombre. Las primeras imágenes del film representan en medio de un puente el trágico
encuentro de cientos de personas que vienen huyendo de direcciones opuestas:
unos huyen del oeste porque vienen los alemanes; los otros, del este porque
llegan los rusos.
En el caso de la
novela, los rusos representan la esperanza, la liberación. Pero durante la
conversación que mantiene en el refugio con un profesor inválido y escéptico,
este le ensombrece su anhelo con una frase de Voltaire que será premonitoria:
Solo es feliz quien nada desea.
Y no estará muerto quien nada desea?
ResponderEliminarEstoy con Gemma.
ResponderEliminarNadie es feliz; pero los buenos momentos, esa felicidad efímera que algunas veces llega, se da precisamente cuando se cumple un deseo, normalmente inmaterial, de modo inesperado.
Quien nada desea puede que no sufra, pero la felicidad viene al superar el sufrimiento; no viene de la inanición. O eso es lo que creo...