Ayer se cumplían 30 años desde que Gabriel
García Márquez recibiera en Suecia el Premio Nobel de Literatura. Lo que se
denominó como “realismo mágico”, ese género literario que consistía en mostrar
lo irreal como algo habitual, en Euskadi no habría pasado de literatura
costumbrista.
Y ayer, sí, fueron las elecciones al
Parlamento Vasco, donde se impuso el PNV con Urkullu al frente, quien, tras una
campaña sobria y eficaz, se convertirá en el próximo lehendakari. Le siguen
EHBildu, PSE, PP -estos dos últimos con un retroceso electoral notable- y UPyD.
Ya se observaba la impotencia de Patxi López para
crecer en liderazgo mientras ha ejercido de lehendakari, y sus esfuerzos finales
por denunciar que todo el mundo iba a hacer recortes menos él han carecido de
credibilidad. Antonio Basagoiti, por su parte, también está demostrando que la
frescura y la campechanía, sobre todo si son sobreactuadas, tienen su propio
techo electoral.
Me alegro sobremanera de que UPyD haya
conseguido mantener el acta de parlamentario de Gorka Maneiro, porque este
partido está dando una lección de coherencia y honestidad política. Para mí, la
mejor noticia -por no decir la única buena- de estas elecciones.
Y luego está la demostración de que Izquierda Unida
es una formación política y, a la vez, un oxímoron. Para hacer honor a su
nombre se presentaba dividida en dos formaciones y compitiendo entre sí: Esker
Batua y Esker Anitza. Una apoyada por
Cayo Lara y la otra por Gaspar Llamazares, ambos dirigentes de Izquierda Unida.
Naturalmente, como es imposible explicar esto de forma racional, se han
convertido en extraparlamentarios.
Y lo de EHBildu me parece una mala noticia sin
ambages. Que este colectivo sea capaz de mantener en su programa que “tanto la violencia de ETA como las
estrategias represivas y de guerra sucia de los Estados español y francés han
provocado víctimas mortales y lesiones físicas o psíquicas en las personas”, y que aún así -o quizás por eso- consiga 21 parlamentarios es desolador. En fin, ¿qué decíamos sobre el realismo mágico?
A mí también me duelen esos 21 escaños y los miles y miles de cuidadanos que los hacen posibles. Los que no somos de EH-Bildu algo estamos haciendo mal para que eso suceda. La campaña del PP es un buen ejemplo de lo que no debemos hacer. De momento, la única medicina que se me ocurre para vencer esa enfermedad (para mí, vivimos en una sociedad enferma) es dejar que su ¿gestión? hable por ellos, como ha sucedido en Donostia.
ResponderEliminarPues ojalá ocurra esto, que la gente les deje de votar por la nefasta gestión que realizan. Pero mucho me temo que sus votantes serán tan acríticos como lo han sido antes con su postura en torno a la violencia.
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