Abierta la veda contra Lance Armstrong todo el
mundo se apresta a coger alguna piedra para participar en la lapidación.
Hombre, alguno hay que se opone rugiendo: “¡No le tiréis piedras… a ver si
le cogemos vivo!”.

Con Armstrong se
repite la historia: de gloria universal a apestado. Pero en fin, al margen de
esta vieja hipocresía, me sigue llamando la atención que ningún ciclista,
ninguno, le haya denunciado motu proprio. Han declarado contra él sus
propios compañeros, pero ninguno de sus rivales se ha escandalizado, ni le ha
llamado tramposo. Ellos, los perjudicados, se abstienen de criticarle, de pedir
castigo para él, de exigir los trofeos que les arrebató con ventaja. Extraña
actitud salvo que… ocurriera lo que usted y yo imaginamos.
Ahora ha salido
David Millar insinuando que Miguel Indurain también se metió EPO. Y qué
curioso, solo ha habido un manto de silencio. Y nadie se ha llevado las manos a
la cabeza, porque a estas alturas del docudrama la noticia sería que algún
ciclista no se hubiera metido nada.
Yo no defiendo a
Armstrong, ni a Contador (¿o nos seguimos creyendo la historia del filete de la
carnicería de Irún?), ni a Schleck, ni a Ulrich, ni a Basso, ni a Vinoukurov,
ni a Landis, ni a Millar, ni a Beloki, ni a Heras, ni a Pantani, ni a Hamilton,
ni a Ibán Mayo, ni a ese larguísimo pelotón de ciclistas sancionado por dopaje.
Digo que el ciclismo se ha convertido en el reino de los fariseos. Todos saben
lo que hacían los ciclistas pero todos han preferido mirar para otro lado,
cuando no disculpar al infractor, como han hecho las autoridades y los
periodistas españoles hasta la suciedad, perdón, hasta la saciedad. R.I.P el
ciclismo. Entre todos lo mataron y él solito se murió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario