miércoles, 17 de octubre de 2012

Aquí la química, aquí la política



Una cosa comparten la química y la política: su mala imagen. Si ha pensado usted en producir yogures, absténgase de decir que tienen algún componente químico, porque de hacerlo se los tendrá que comer usted con su familia. Tiene que hacer exactamente lo contrario: decir que es natural y que no tiene química. No le digo nada si pretende instalar una industria química en cualquier localidad: comprobará que la alarma vecinal se propaga como la pólvora.

El fallecido cocinero Santamaría criticaba a Ferrán Adriá por ser uno de los responsables de la introducción de la química en los restaurantes. Santamaría no tenía en cuenta que eso en sí no es malo, y que nuestro propio organismo efectúa a diario procesos químicos, como el de la digestión, sin los cuales no sería posible la vida.

Algo parecido está pasando con la política, a la que se le acusa de todos los males que padecemos. Hombre, es evidente que nuestros representantes tienen buena parte de culpa, pero no la política, que será buena o mala según el uso que de ella hagan los políticos.

Pero si lo natural se opone como virtud a la química, la economía hace lo propio con la política. Son los nuevos oráculos los economistas. Es cierto que hay que cuadrar la cuentas y que no es bueno gastar más de lo que se ingresa, pero es a través de la política donde se deciden las fuentes de ingresos –la política fiscal- y la distribución de los gastos. Los economistas deben preocuparse de cuadrar las cuentas y los políticos de que funcione el país. No al revés.


No hay comentarios:

Publicar un comentario