De Felipe González hablo. A
pesar de la campechana soberbia con la que se suele despachar; a pesar de la
corrupción que se desató durante su etapa presidencial; a pesar de Roldán y del escándalo del Banco de España, y el de los GAL…
A pesar de todo, yo le volvería a poner de Presidente del Gobierno.

Le vi el otro día en una
programa de la Sexta
y en diez minutos sentenció el partido. Bastaron esos diez minutos para que se fueran
desdibujando Rajoy, Rubalcaba, Mas, Patxi López y la Cospedal a un tiempo. Diez
minutos en los que cualquiera de estos habría conseguido aburrirnos, pero en
los que Felipe González mantuvo a los espectadores sin pestañear.
Yo nunca he sido palmero de su coro
pero ya ven, no sé si será cosa de la edad –de la suya o de la mía- pero si me dicen dónde hay que firmar para que vuelva, voy de inmediato. Y eso que no me olvido de aquello que le atribuía Paco Umbral: "la conmovedora sinceridad con que miente". Pese a todo, decía, firmo.
Los políticos no necesariamente tienen que decir siempre la verdad, deben escoger muy bien sus mentiras y ser capaces de comunicar, despertando el interés de los cuidadanos. De los que yo conozco, quizá FG sea el único capaz de hacerlo.
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