martes, 11 de diciembre de 2012

Memorias y autobiografías


Comentaba en un lejano artículo esto de las autobiografías, o de los libros de memorias, como prefieran. Y venía a decir que, salvo excepciones, suelen consistir en un ajuste de cuentas sobre el pasado, aderezados con un bondadoso autolifting. Por mucho que se esforzara Adolfo Dominguez, la arruga no es bella. Ni en la ropa, ni en el rostro, mucho menos en el pasado.
 
Pero de estos comentarios inexactos, subjetivos y malévolos, me ha sacado la lectura de un texto de Mikel Iriondo. Este profesor de Filosofía de la UPV tiene elaborado un trabajo titulado “Copias del arte y arte de la copia”, cuya lectura constituye un auténtico disfrute. Entresaco de él dos párrafos que explican la dificultad de ser objetivo en los recuerdos.

“Las memorias y autobiografías poseen un componente ficcional indiscutible. Es probable que muchas personas crean que escribir sobre nuestro pasado supone intentar ofrecer una especie de copia de lo realmente vivido. Los hechos acontecieron y sólo hace falta traerlos de nuevo a la memoria. Sin embargo, como ya escribió David Lowenthal dando título a uno de sus libros, El pasado es un país extraño.

Rememorar significa seleccionar y además, y afortunadamente, no podemos recordar todo. El transcurso del tiempo nos cambia, las circunstancias y experiencias nos moldean y como no podemos recordar más que desde el presente, si el tiempo nos ha transformado ello implica que percibamos los hechos pretéritos bajo una diferente perspectiva. Las nuevas experiencias alteran nuestra identidad pasada. Recordar significa establecer una cadena narrativa desde aquello que fuimos hasta lo que somos a día de hoy y este relato no puede estar exento de una deseada reconstrucción que usa de la ficción para dar explicación de lo que somos. Sin embargo, como ha señalado Philippe Lejeune (1975, 2005) haciendo referencia a las obras autobiográficas, es necesario confiar en un pacto autobiográfico entre el lector y el escritor, un compromiso que suponga confianza por parte del lector: el convencimiento de que no se le está mintiendo.”


1 comentario:

  1. Según cuando, un rostro sin arrugas sería un horror...y un pasado sin alguna de ellas también.Como bien apuntas, es dificil una biografía,al estar escrita pasado un tiempo.
    Otra cosa sería la arruga en un diario.
    Maitasunez,Isabel.

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