viernes, 7 de diciembre de 2012

Una ballena en la Concha


Pasado el mes de noviembre, y habiendo dejado atrás las pruebas de la Behobia y el Maratón donostiarra, muchos de los atletas ocasionales retornan al sofá y a la vida plácida, y las calles y paseos quedan a merced de los enfermos crónicos, de los atletadictos. Somos los que corremos haga frío, calor, llueva o truene, siempre que las lesiones -¡ay, cada vez más insistentes!- nos lo permiten.

De izda. a dcha.: Javier, Josema, Karmele, Txema,
Pepelu y Juan Carlos. Agachado: Carlos.
Este festivo 6 de diciembre, día de la Constitución, hemos salido desde el barrio de Sagüés los que aparecemos en la foto. Juan Carlos es el informador habitual. Él es el que nos pone al corriente de todas las noticias de interés, sobre todo si son referidas al deporte. Hay que aprovechar para hablar al principio, cuando el ritmo es más lento, porque a la vuelta somos silenciosos como atletas de clausura.

Hoy teníamos el aliciente de avistar la ballena que ha aparecido en la bahía, por lo que hemos hecho el recorrido costero, por el Paseo Nuevo y las tres playas. Nos hemos cruzado con otros korrikalaris habituales, como Joserra Basterra, Juanjo Bueno o Joseba Erauskin y hemos puesto toda nuestra atención en descubrir el perfil del cetáceo a lo largo de la Concha. Una reportera de TV nos ha indicado por dónde andaba y nos ha sacado esta foto. Pero lo cierto es que no hemos tenido suerte y no ha dado señales de vida. Más tarde, ya en casa, nos hemos enterado de que las señales que ha dado han sido… de muerte, apareciendo varado en la playa.

A la vuelta de Ondarreta hemos acelerado un poco el ritmo y en el Aquarium hemos cogido la subida hacia el monte Urgull: Paseo de los Curas, Batería de las Damas, subida al Cementerio de los Ingleses y bajada al Paseo Nuevo. De allí hasta el final, en Sagüés.

El tiempo soleado, una vez alejada la lluvia de primera hora, y un mar embravecido nos han ofrecido unos paisajes espléndidos, con unas olas que rompían con violencia por todo el Paseo Nuevo. La vista se perdía por la costa hasta el cabo de Matxitxako. Tras los trece kilómetros y pico hemos roto filas y cada mochuelo ha volado a su olivo. Recordando lo que decía Vargas Llosa: correr por el malecón es una buena manera de comenzar el día. 


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