Arturo Barea, de un infarto cardíaco en
1957; Manuel Chaves Nogales, antes, en 1944 y debido a una peritonitis. Ambos murieron
en Londres, decía, y ambos habían nacido en España en 1897. Da que pensar también esas
coincidencias. Los dos eran españoles y exiliados, escritores y periodistas, o
a la inversa. Barea es el autor de “La forja de un rebelde”; Chaves Nogales, de
“A sangre y fuego” y “La defensa de Madrid”, obras indispensables para
acercarse a la catástrofe de la guerra civil.
Madrid es la capital y el escenario
principal de estos relatos, en los que desfilan personas y peripecias, gestas y
atrocidades que se cometieron en la Guerra Civil provocada por el levantamiento
militar contra la República española.
Ahora que padecemos un maniqueísmo rampante
en el Parlamento y en los medios de comunicación, ahora que todas las ideas se
resumen en gritar que el de enfrente es peor, sorprende que en aquella descomunal
tragedia que fue la guerra, estas personas renunciaran a contar solo las atrocidades del otro bando y adoptaran la decisión –íntima,
férrea, insorbornable- de elevarse por encima de sus trincheras para contar la
verdad de lo que veían. Un insólito rechazo al revanchismo.
Optaron por la
verdad, la verdad como antídoto para evitar la repetición de los mismos
errores. Una verdad estremecedora, que probablemente les condujo a la incomprensión primero, y a la soledad después, pero que hoy constituye el mejor testimonio para conocer la crueldad y la insensatez que desató aquella contienda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario