lunes, 5 de marzo de 2012

Teatro del bueno



El Victoria Eugenia donostiarra, abarrotado. Una obra, “Llama un Inspector”, de J.B. Priestley, escrita en 1946 nada menos. Unas interpretaciones soberbias de José María Pou, de Amparo Pamplona –repitiendo la pieza 30 años después!- de Canut… Yo  metía ahí a todos los actores jóvenes y televisivos que tanto gritan y dicen tan poco. Que aprendieran dicción, interpretación, el digno oficio de estos maestros. El personal disfrutó con la obra, la denuncia de la deshumanización de una burguesía solo atenta a sus intereses.

Para el teatro, para el bueno, no pasan los años. Es su gloria… y su gran  inconveniente. Para el cine, sin embargo, han pasado los años, ¡ya lo creo! Un combate desigual: el esfuerzo que exige el teatro para superar lo que algunos llaman “déficit de realidad” frente a la desbordante capacidad del cine para hacer verosímil cualquier historia.  

Esto comentábamos a la salida con Amaia Etxebeste e Iñaki Zubimendi.


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