lunes, 9 de julio de 2012

Boga, boga...


En plena faena

El pasado viernes por la tarde, aprovechando la marea alta, salimos un grupo de la DYA con una trainera del Ur-Kirolak a dar una vuelta por el Urumea. Era una excursión organizada por Arantzazu Lersundi, patroneada por su padre, y con su madre ejerciendo las labores de reportera gráfica. Los remeros, es un decir, éramos los siguientes: la propia Arantzazu, Mikel Nogués, José Luis Artola y su mujer Inma, Maider Makazaga, Iván y Amaya Reguera, Harkaitz Imaz, Iñaki Rodrigálvarez, Garazi Artola, su novio Yosu, Gema Torres y yo. De patrón de la embarcación, Patxi Lersundi. Una tripulación heterogénea, donde los únicos remeros expertos eran Arantzazu y Mikel. Pero el patrón se encargó de poner orden y conseguir que la embarcación se desplazara si no con rapidez, sí al menos con cierta dignidad.

Tras botar la trainera y empuñar los remos, partimos del embarcadero para dirigirnos por el Urumea hacia Loiola hasta Txomin. Allí, ciaboga y vuelta para pasar de nuevo por la sede del Ur-Kirolak, cruzar bajo la pasarela de Mikel Laboa, del Puente de Hierro y de la Real Sociedad -en este nos tuvimos que tumbar en la embarcación debido al poco espacio entre el puente y el agua- y llegar hasta el Puente de Mundaiz, donde ya la pleamar impedía atravesarlo. Así que de nuevo ciaboga para volver remando hasta el Ur-Kirolak. Allí terminamos de sudar subiendo a tierra los 215 kilos de la trainera, colocándola en su remolque y dándole un buen lavado de cara.

De pie: Iñaki, Inma, Joxepo, Mikel, Arantzazu,
Maider, Patxi, Javier e Iván. Agachados: Yosu,
Garazi, Gema, Amaya y Harkaitz
Después, ducha y cena, con un apetito tal que si hubiéramos venido remando desde Bretaña. Los entrantes, preparados por Maribel, fueron: jamón, chorizo, chatka y pastel de pescado. Después, tortillas de patatas -preparadas por Inma, Mikel, Harkaitz y Gema- y costilla asada a cargo de Patxi. De postre, tarta de queso elaborada por Maider y cafés.


Una riquísima cena que compensó con creces las calorías gastadas con los remos. Como además nos acompañó la climatología, regresamos a casa con la sensación de haber disfrutado de una espléndida jornada. Buena culpa de ello la tuvieron el trío formado por Arantzazu, Maribel y Patxi, que organizaron la fiesta, nos cuidaron y nos trataron con más paciencia que el Santo Job. Conste el agradecimiento general.

El remo es un deporte de armonía colectiva. Lo que parece tan sencillo, remar todos a un tiempo, les juro que tiene una formidable dificultad. Eso con la ría lisa como un espejo. No quiero pensar lo que tiene que ser remar en alta mar con marejada. En una ocasión, cuando el desorden se apoderó del grupo y los remos se movían como si tuvieran vida propia o hubieran sufrido algún tipo de enajenación, pensé que en ese momento la trainera era la representación gráfica de nuestro país. Cada uno a su aire. Y eso que nosotros contábamos con un patrón avezado...


1 comentario:

  1. Muy chula la entrada Javier. Gracias a vosotros por animaros :) Estuvo muy bien y disfrutamos todos.
    Lo que no se es cómo estábamos al día siguiente... (bueno, yo si se como estaba yo :/
    A ver cuándo repetimos!
    Un abrazo!

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