jueves, 5 de julio de 2012

¿Ser temido o ser amado?


Aconseja Maquiavelo a los Príncipes que procuren ser temidos y amados al mismo tiempo. Pero habida cuenta de la dificultad de tal empeño, termina afirmando que es preferible ser temido a ser amado. Eran otros tiempos, claro, y la posibilidad de ser destronado no residía precisamente en el recuento del voto libre, directo y secreto de todos los ciudadanos.

El nombre de Maquiavelo ha pasado a ser un adjetivo que a casi nadie nos gustaría ver asociado a nuestro nombre o a nuestro actos, no en vano se utiliza para subrayar las acciones más taimadas. Véase si no lo que dice el Diccionario de la RAE del término maquiavélico: “adj. Que actúa con astucia y doblez” Lo cierto es que la obra que escribió no es un tratado de pillería, incluso lo deberíamos considerar como un libro de autoayuda para quienes detentan el poder y quieren seguir haciéndolo.

¿Ser temido o ser amado? Yo he tenido jefes que han funcionado con una u otra opción. Y ninguna de las dos me ha gustado. La mejor, ser respetado. Pero eso no solo para ser príncipe o para ser jefe. Vale para todo, también para el más humilde de los humanos. Pero ser respetado requiere a veces una actitud previa: hacerse respetar. Y no siempre es fácil, no.


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