martes, 3 de julio de 2012

Pedir perdón


Recojo algunas frases del comunicado que el antiguo dirigente de ETA, José Luis Álvarez Santa Cristina 'Txelis', ha hecho público:"...Dios es testigo de que estoy profunda y sinceramente arrepentido de ello... En la medida en que siendo en su día miembro de ETA contribuí de un modo u otro a la perpetuación de dicha violencia, pido públicamente perdón de todo corazón y con toda la hondura de reflexión autocrítica que he tratado de reflejar en estas líneas.”

Sorprende alguna expresión de su comunicado, como: “Pedir perdón es un gesto que dignifica al infractor o victimario”. Son dos términos “infractor o victimario” que eluden una calificación más rotunda de alguien que ha sido dirigente de ETA, como el enfermo elude nombrar el cáncer cuando lo padece. Y qué decir de su referencia a Setién, de quien es imposible olvidar su altiva figura paseando indiferente frente a una concentración que pedía la liberación del secuestrado Aldaya. Seguro que existen ejemplos de acercamiento a las víctimas mucho más oportunos que el del exobispo donostiarra. Al final de este post podrá encontrar un par de nombres.

Pero más allá de estas objeciones, las palabras de “Txelis” expresan unos sentimientos inequívocos de arrepentimiento y de perdón a los que no estamos acostumbrados. Y reflejan, por oposición, la racanería moral de tantos otros que todavía se ponen de perfil cuando se les recuerda sus atrocidades o su complicidad con ellas.

No es fácil pedir perdón, como el mismo "Txelis" afirma en el comunicado: "Pedir perdón es un acto de humildad y no pocas veces de valentía". Tiene razón. Tampoco lo es el arrepentimiento, porque supone reconocer una equivocación propia, y ya sabemos que el equivocado casi siempre es el vecino de enfrente.

¿Que son sentimientos originados por su reconocida conversión religiosa, como algunos subrayan para tratar de desvirtuar su civil sinceridad? Tanto da. Es más, no le hubiera venido mal a la Iglesia de nuestro entorno una similar actitud de comprensión y de compasión con las víctimas del terrorismo, tantas veces transparentes para las sotanas vascas. Eso sí, con valientes y notables excepciones, como las de Alfredo Tamayo Ayestarán o Rafael Aguirre.


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