viernes, 10 de febrero de 2012

Engreídos

23 Abril 2007
La pregunta de la semana ha girado en torno al gol de Messi ante el Getafe. ¿Fue mejor que el de Maradona en el Mundial? En general, las preguntas que permiten todo tipo de respuestas suelen ser irrelevantes. Mucho más ésta. En todo caso, el interrogante de interés consistiría en saber si Messi va a seguir los pasos de Maradona.

Hay pocos deportes que proporcionen tantos casos de endiosamiento como el fútbol. No es extraño. Se trata de un deporte que levanta pasiones –no precisamente las más elevadas- y donde corre el dinero de una forma obscena. Más: los mejores futbolistas le deben muy poco al esfuerzo y al sacrificio, y muy mucho a una habilidad natural con la que tuvieron la fortuna de nacer o que adquirieron de niños. Podían haber nacido con la habilidad de romper nueces con el culo, como existen algunos casos, y no les hubiera servido de nada más que para salir en algún reportaje televisivo de folklore local. Pero no, tienen la habilidad de patear el balón y eso cotiza en oro.

Se puede ver a ciclistas como Indurain, Olano o Lejarreta, cuya forma de comportarse es de una normalidad –por no decir modestia- apabullante, pese a haber sido grandísimos deportistas. No lo fueron por su habilidad para manejar el cambio o para andar sin manos, sino por haber tenido una disciplina férrea y por haberse sometido a un trabajo físico formidable. Y eso marca carácter.

Los futbolistas, en cambio, son refractarios al esfuerzo, y entrenan menos que cualquier miembro del Donostiarrak que les dobla o les triplica la edad. Así, muchos aguantan a duras penas noventa minutos de partido donde corretean cansinamente apenas unos cientos de metros.

Y es penoso verlos, engreídos, ejerciendo de estrellas, haciendo ostentación a lomos de sus vehículos de lujo y firmando autógrafos con desdén a los chiquillos que se les acercan. Esto, cuando están fuera del campo. Porque jugando son peores: quejicas, tramposos, maleducados…Y todo esto lo practican tanto las figuras como las mediocridades de cualquier equipo de provincia. ¿Cómo extrañarse del comportamiento endiosado de Maradona si, al menos, dicen que le daba a la pelota con maestría?

Pero nada, la afición volcada con sus colores. Y los futbolistas, con su chequera. Qué tropa.

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