viernes, 10 de febrero de 2012

La primavera

26 Marzo 2007
La primavera se ha colado sin llamar. A pesar de que sepamos la fecha exacta de su llegada, a veces nos sorprende. Como un amanecer sin haber puesto el despertador. El día se alarga, el clima se torna más benigno. Y el árbol señala con su flor el lugar donde crecerá el fruto. La flor, el fruto, la vida… todo es efímero. Pero todo se repite. Incluso los errores.
Y no debería ser así. Nos despojamos de la indumentaria que nos ha resguardado del invierno y quedamos expuestos. Como la arena, una vez que la ola se retira de nuevo al mar y la deja a la vista, asombrada de mostrarse desnuda. Pero no es tiempo de extasiarse en la mirada. Es hora de observar las costuras, de aplicar el remiendo, sin olvidar que fue herida antes que cicatriz. Evocar el dolor, aunque sólo sea para eludirlo esta vez. Medir el volumen de nuestras decepciones. Y también dar forma, o nombre, a los deseos.
Son los propósitos. La soberanía del ser humano para afirmarse. Para que si alguien le lleva en volandas sean las circunstancias, que no la corriente. Para ser mejor. Para fijar su camino. Y su compañía. Ahora es el momento, cuando ya no hay exceso de ropaje que atenúa la voz ni frío que entumece el músculo.

Estamos confinados, sí, en un tiempo, en una latitud. Incluso en un cuerpo. Pero somos libres. Con esas limitaciones, pero libres. Libres para abrazar esta primavera.

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