viernes, 10 de febrero de 2012

La segunda vida

1 Enero 2007
El fin de semana, "El Pais" publicaba una entrevista con el Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk. Resalto una de sus declaraciones: "Cada vez que me veo en apuros entro en mi segunda vida: la fantasía".

Pamuk no hace sino poner en palabras lo que es común en la mayoría de los mortales: la necesidad -aunque sea fugaz- de refugiarse de la realidad. O del prójimo, que también es real aunque muchas veces lo quisiéramos virtual. O de nosotros mismos, las más de las veces.

Para muchos, esa segunda vida tiene forma de atletismo. Lo que, de ser así, sería todo un logro lingüístico y nos libraría de quedar mal cuando tratamos de explicar inútilmente qué es para nosotros el atletismo. Mi segunda vida, mi madriguera, diríamos. Y con un mismo brochazo pintábamos la respuesta y nos dábamos un barniz intelectualoide, que nunca está de más.

Pero si debemos vigilar nuestros deseos, no vaya ser que se hagan realidad, tampoco podemos olvidar los conflictos que surjen si invertimos los términos. Conozco alguna persona que cuando tiene problemas en el atletismo se refugia en la realidad.

Es cierto que la literatura y el atletismo tienen pocas cosas en común, salvo las más importantes: su práctica no precisa la inspiración sino la transpiración, y en ambos, soñar es libre.

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